¿Y si el alzhéimer comenzase desde niños?

Por César Tomé López, el 27 noviembre, 2013. Categoría(s): Neurociencia ✎ 1

Apoe-4

En las noticias aparece reiteradamente que la enfermedad de Alzheimer está asociada a las placas de beta-amiloide. Muchos fármacos se han centrando, y se centran, en eliminarlas como si acabando con el perro acabásemos con la rabia. Y no. Cada vez es más evidente que las placas de beta amiloide, siendo causantes, pero no los únicas, de parte de los problemas cognitivos, son una consecuencia del alzhéimer.

Efectivamente, la etapa preclínica del alzhéimer, es decir, antes de que existan síntomas, incluye incrementos en la proteína tau, cambios en la actividad metabólica, cambios en las conexiones sinápticas e incluso cambios en la densidad de receptores serotonínicos en distintas regiones encefálicas.

Y entonces surge la gran pregunta: ¿cuándo comienza el alzhéimer? La respuesta es que no lo sabemos y que esto es crítico para poder afrontar la enfermedad en su conjunto con un mínimo de garantías de éxito (véase al respecto nuestro La verdad sobre la enfermedad de alzhéimer sigue siendo incómoda). Una posible respuesta es que comenzase desde que somos concebidos, por genética, sin que existiesen factores desencadenantes ambientales. Suena terrorífico, fatalista, pero pensemos que no todos los casos de alzhéimer están asociados a una causa genética (que sepamos) y que incluso podrían existir varias clases de alzhéimer.

Y en esta línea parece apuntar un estudio publicado en JAMA Neurology [PDF] por un equipo de investigadores encabezado por Douglas Dean, de la Universidad Brown (EE.UU.): los niños que tienen el alelo asociado (APOE ε4) con un mayor riesgo de alzhéimer tienden a presentar diferencias en el desarrollo encefálico con respecto a niños que no portan ese alelo del gen. De confirmarse este resultado podría ser muy útil para averiguar los mecanismos por el que este gen confiere un incremento en el riesgo de desarrollar alzhéimer.

Los investigadores emplearon una máquina de resonancia magnética funcional (fMRI) modificada de tal manera que el ruido se reducía a un mínimo, permitiendo explorar el encéfalo de los niños mientras éstos dormían, sin necesidad de fármacos. De esta forma se analizaron los encéfalos de 162 bebés sanos de entre 2 y 25 meses. A todos los sujetos se les realizaron pruebas de ADN para comprobar qué variante del gen de la alipoproteína E (APOE) poseían. 60 de ellos tenían la variante ε4 (hay que decir que este porcentaje del 37% es superior al que se estima que existe en la población general que está entre el 14 y el 23%), asociada al aumento del riesgo de alzhéimer.

Los resultados indican que los bebés portadores de APOE ε4 tendían a tener un mayor crecimiento encefálico en áreas del lóbulo frontal y menor crecimiento en varias áreas del encéfalo medio y posterior (el lector interesado puede ver el detalle en el estudio). La áreas de bajo crecimiento corresponden a áreas que se ven afectadas en los pacientes mayores con la enfermedad de alzhéimer diagnosticada.

Estos hallazgos no significan ni que los niños del estudio estén condenados a desarrollar alzhéimer ni que los cambios encefálicos detectados sean los primeros signos de la enfermedad de alzhéimer. Quizás convenga recordar ahora los mantras habituales: correlación no implica causalidad y esto es sólo un primer estudio que deberá ser reproducido en primera instancia y seguido longitudinalmente, después (lo que llevará décadas). Esto es sólo un estudio, no tiene valor diagnóstico ni predictivo.

De lo que este estudio sí es indicio es que los encéfalos de los bebés que portan APOE ε4 tienden a desarrollarse de forma diferente a los de los que no lo portan, y que estas diferencias en el desarrollo comienzan a edad muy temprana. Y que podemos especular con la posibilidad de que estas diferencias sean una cabeza de puente para patologías posteriores que después lleven al desarrollo del alzhéimer.

Referencia:

Dean D.C., Jerskey B.A., Chen K., Protas H., Thiyyagura P., Roontiva A., O’Muircheartaigh J., Dirks H., Waskiewicz N. & Lehman K. & Brain Differences in Infants at Differential Genetic Risk for Late-Onset Alzheimer Disease, JAMA Neurology, DOI:



1 Comentario

  1. Estimado César: ha sido un placer encontrarme con tu blog después de ver tantos otros que hablan del alzhéimer con muy escaso conocimiento. Gracias por tu enfoque de gran rigor. En AFALcontigo tenemos también un blog.
    Un saludo muy cordial.

Deja un comentario