Este texto es una colaboración del Cuaderno de Cultura Científica con Next, donde se publicó originalmente como Un experimento abre la puerta a la búsqueda de nuevas moléculas interestelares.
La composición de las nubes de polvo interestelares (o de cualquier objeto distante en el espacio que no sea una estrella) es conocida por la luz reflejada que recibimos de ella. En esta radiación pueden faltar algunas frecuencias que son las que ha absorbido esa materia y que actúan como una huella dactilar que permite identificar las sustancias que la componen. Pero, al igual que en el caso de las huellas dactilares policiales, para que la identificación sea posible el sospechoso tiene que estar fichado. Esto significa que debemos conocer qué combinación de frecuencias se corresponden a cada sustancia. Y para conocer estas combinaciones es necesario hacer cálculos teóricos y experimentos en la Tierra con las sustancias que pensamos puedan existir en el espacio interestelar.
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